Para cuando realizo la serie de autorretratos me encuentro cumpliendo el ASPO en un departamento de dos ambientes en el barrio de Villa Crespo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como trabajo en un estudio de televisión y los programas comienzan a transmitirse desde casa, no tengo tareas para realizar de forma remota, mi trabajo es esencialmente presencial. Mis obligaciones laborales se ven completamente suspendidas y de pronto poseo tiempo de sobra para dedicarle a todas las actividades que antes había postergado. Seteo alarmas para despertarme temprano y darle provecho a ese tiempo libre que en mi vida adulta nunca había experimentado. Lleno la agenda de actividades, me exijo como nunca a darle provecho, almuerzo en el escritorio, productividad full time. Compro por internet el libro “El aroma del tiempo” de Byung-Chul Han, filósofo surcoreano y lo devoro. Han dice que “La hiperkinesia cotidiana arrebata a la vida humana cualquier elemento contemplativo, cualquier capacidad para demorarse.” Y justo yo que no admito demoras, en cada interludio busco la optimización de procedimientos. Trabajo mi propia meritocracia en pos de algún rédito ficticio. Ahora es imposible escapar de mí. Tensión y lucha. Byung-Chul Han, en su otro libro "La sociedad del cansancio" actualiza la interpretación disciplinaria de la sociedad de Foucault diciendo que "La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya ‘sujetos de obediencia’, sino ‘sujetos de rendimiento’. Estos sujetos son emprendedores de sí mismos". Ante la suspensión de aquello exterior que ordenaba mi tiempo, me convierto en mi propia corporación que me exprime sin descanso entre muebles y paredes de los que no puedo escapar. Según el filósofo, esta presión por el rendimiento genera depresión en la sociedad actual "En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna." No puedo estar en mi casa sin ocupar ese “tiempo libre”, ¿Alguna vez he experimentado la improductividad? “¿Cuál será el andar del futuro? La época del peregrino o de la marcha ha quedado atrás para siempre. Volverá el hombre a marchar sobre la tierra tras una breve fase de merodeo? ¿O abandonará definitivamente el peso de la tierra y del trabajo y descubrirá la ligereza de deambular, el vagabundear flotante en el ocio, es decir el aroma de un tiempo flotante?”